“Crónicas Arkinas”: YO CON SOLLEYRO NO JUEGO (A pedido, vuelve una de las notas más vistas del año)

roman

(Por Hugo Tajes)

Román Riquelme , uno de los mejores jugadores que ha dado el fútbol argentino, expuso su pensamiento sobre las características del fútbol de hoy y de siempre. Realizó una defensa del jugador cerebral , que entiende el juego por sobre aquellos voluntariosos y corredores. En su momento el DT Menotti sentenció: “Ahora lo único que falta, es que para jugar al fútbol tengas que correr”.

Esto sirve tanto para el fútbol como para el hockey. Por eso, me hago eco de estas palabras que defienden mi postura. Señores, cuando no corro la pelota, no es porque estoy rellenito y no llego, no la corro porque estoy haciendo una declaración de principios. A menudo recibo pases para que efectúe un pique, un medio pique o para que estire el pie en fútbol o el stick en hockey . No señor, avalado por las palabra de Román y otros talentosos, no pienso correr ni esforzarme para alcanzar esas pelotas indignas. Cortita y al pie o al palo, sino nada. HUGOF

Los que antes decían: no se la tires al gordo que no la corre, ahora deberán cambiar sus dichos, deberán decir, dásela  justa porque es un luchador de los derechos de los no corredores. Devenido así en una especie de Nelson Mandela de los humildes jugadores estáticos, no abandonaré mis principios  ante un pase  fuera de mi alcance.  Si me la dan a más de medio metro, eso ya es zona de exclusión,” no me la tiró a mí”, canté primero. Yo estoy acá y la pelota fue para allá. Ni hago el gesto de moverme.

Pongo dos situaciones como ejemplo, hace muchos años en un partido de fútbol convertí un golazo de palomita, cabeceando en plancha en el aire, otro de tijera igual de espectacular y dí una deliciosa asistencia de gol, por sobre la defensa rival. En la jugada siguiente, me tiraron un pase muy largo, realicé gestos de fastidio y no la corrí. El año pasado en un juego de hockey venía hacia mi campo con dos rivales bloqueándome por los flancos, amagué jugarla con el defensa central, me abrí de piernas, con una sola mano manejé el palo para hacerme un autocaño, giré mientras los rivales pasaban de largo;  y salí jugando. Un par de jugadas después me tiraron una bocha larga y yo me quedé protestando por tal inexactitud.Sin nombre

Bien, esas jugadas me definen y marcan porque yo con Solleyro no juego. Está claro que el bueno de Gabriel a mí no me pone. Por más que insista en señalar  aquellas acciones mías destacadas, si  yo no corro, este entrenador me saca. El hombre forjó un equipo lleno de pasión, de esfuerzo, donde está prohibido pararse y dejar a una compañera colgada. Solidaridad ante todo.

Solleyro, más bielcista que el loco Bielsa, no para de atacar en ningún momento. Para aquellos que creen que sus planteamientos son defensivos,  debo decir que el loco del hockey, al  igual que el loco del fútbol sale a atacar en cualquier cancha. Para eso hay que presionar arriba, recuperar la bocha en terreno rival y atacar, lo más directamente posible. Para lograrlo hay que correr, correr y correr, sino es imposible mantener la intensidad. Las jugadoras de Arquitectura se averguenzan más de no haber corrido una bocha, dejando a la compañera mal parada, que de haber perdido un encuentro, ya que su objetivo es dejar todo en la cancha , en el triunfo o en la derrota.

solleyroEl mentado Gabriel le va ganado a Banco Provincia y sigue atacando, pierde con GEBA por dos goles  o con Ciudad por tres y sigue yendo al frente hasta alcanzar el empate. De local ataca, de visitante ataca, Siempre con intensidad, siempre corriendo hasta la última gota de sudor. El Bielsa del hockey necesita de esas jugadoras, de las que estén dispuestas a presionar hasta quedarse sin aire, a atacar hasta quedarse sin piernas, lo que nunca les permite es quedarse sin alma.

Construye su juego y sus equipos a partir de la disposición total de las 11 jugadoras que estén en el campo, no es sorpresa entonces que todos los partidos de Arquitectura tengan tamaña intensidad. Es una idea aplicada, con horas de trabajo y esfuerzo hasta llegar al  acierto.

Concluyendo, ya habituado a la idea que con Solleyro yo no juego, y puesto en  rol de entrenador, confieso aquí entre nosotros, ahora que nadie escucha, que yo siendo mi propio técnico tampoco me pongo.