CHAMPIONS TROPHY, “CRÓNICAS DESDE EL LIVING”, CAYÓ LA MURALLA CHINA

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(Por Hugo Tajes)

Estimados lectores, una nueva jornada del champions nos tiene como redactores del andar de nuestras leonas. Esta vez, el rival era el equipos chino que más de una vez dió un dolor de cabeza a las de celeste y blanco. Sin embargo en esta ocasión hubo errores  de estrategia, de parte de las asiáticas y de  este cronista también.

Paso a ennumerar los errores mencionados en el párrafo anterior. De las chinas. Nunca presionaron  sobre la bocha, nunca leyeron las posiciones de corto, nunca cortaron el juego por los flancos de Argentina. De este cronista. Nunca más ver el partido en la confitería de un bar. Este sufrido escriba no llegó a tiempo a su confortable living, por lo que estas crónicas fueron desde el bar. Incómodo para escribir, incómodo para que las vituallas llegaran a tiempo. En ambos casos, errores inexcusables.

Argentina aprovechó la caída de la muralla,  que en otras ocasiones plantearon las asiáticas,  para responder con una andanada de goles. No hubo demasiada elaboración de juego porque no fue necesario. Atacaban y llegaban. llegaban y convertían. Con decir que de los siete goles, cinco  fueron de cortos directos o a la salida de un corto, está todo sobreentendido. Argentina goleó como y cuando se lo propuso.

Los dos goles chinos en el contexto del partido, fueron más que nada anecdóticos. El equipo argentino tuvo las distracciones propias, que suceden  cuando las diferencias son tan notorias. Dentro del análisis del partido, cabe mencionar lo que dijimos en su momento, el juego dinámico y de ataque rápidos más que elaborados, hace que Aymar tenga menos minutos de contacto con la bocha. Lucha, como también lo hemos mencionado, se reinventa constantemente, y ante esta disposición táctica del equipo argentino, elige los momentos para aparecer con maniobras características de su juego.

Así se cerró la jornada, el 7 a 2 final mostró a un equipo nacional hambriento de goles, tan hambriento como este humilde escriba que corrió raudamente a su casa y su querido living, para dar cuenta del añorado sandwichito de todas las jornadas.