España: GIGI OLIVA: EJEMPLO DEL HOCKEY TOTAL

Extrovertida en el campo, resuelta con el stick y la bola, es considerada una de las mejores jugadoras del momento, que estará con España en los Juegos de Río.

(Fuente: Abc; Cronista: Raúl Cosín; Foto: Rober Solsona)

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Guarda en sus adentros su deporte. Su vida, toda, está hecha de retales de hockey hierba firmemente cosidos. Seguramente no hay nada en sus recuerdos de mayor ternura que no estén barnizados de la disciplina del stick y la bola. Claro, le viene del calor de su casa. Su padre, Jordi, leyenda de esto, fue una de las grandes figuras españolas del hockey; olímpico en Los Ángeles 1984 y Seúl 1988. Su hermana mayor hacía hockey y estuvo en la selección. Y Roc, su hermano, otro internacional, ya jugaba con ella cuando «éramos unos enanos. Teníamos un piano que hacía de portería y siempre estábamos jugando», desempolva de aquellos años Georgina «Gigi» Oliva Isern (Matadepera, Barcelona, 18/7/1990).

La pivote de la selección española de hockey hierba femenino, que ya se prepara para los Juegos de Río de Janeiro 2016, es fundamental, una líder en el campo, pero siempre revestida desde la humildad. Ya estuvo en Pekín 2008. Considerada una de las jugadoras de mayor talento a nivel internacional, a sus 25 años, presumiblemente acumulará alguna Olimpiada más. Lo que pueda suceder, en todo caso, siempre está sujeto a su filosofía de vida, cuajada desde su deporte: «Si quieres una cosa tienes que estar a más del ciento por ciento comprometida y no parar de trabajar por ello sea en el ámbito que sea. Si lo buscas de verdad, acabas consiguiendo con éxito casi todo lo que te propones».

Criándose en Matadepera, a poco de Terrassa (cuna del hockey hierba), y en el seno de una familia como la suya, no era de extrañar que su camino fuese el deporte que la abrazó. De aquel piano que hacía de portería en casa, pasó a su primer club. Tenía algo especial. Siempre acababa entrando en el primer equipo de cada categoría y no tardaron en llegarle las convocatorias para acudir, primero, con la selección catalana, y, poco después, con la española. Su crecimiento fue tal que camino de los 16 años ya estaba en la absoluta.

«Mi padre siempre nos dejó claro que lo primero eran los estudios. De hecho, me dijo que si no sacaba el Bachillerato no iría a los Juegos de Pekín. Siempre he sido una estudiante aplicada. Y lo saqué todo con buenas notas», recuerda. El esfuerzo bien valía alcanzar ese sueño y objetivo que empezó a marcarse siendo todavía infantil y tuvo claro que quería dedicarse al hockey. Acudió a la cita asiática cerca de los 18 años: «Quedamos séptimas.Tuvimos diploma olímpico. Fue inolvidable. Luego, no estuvimos en Londres. Pero ahora tenemos la oportunidad de repetir».

Subraya el trabajo que se está haciendo en la selección a las órdenes de Adrian Lock. Ensueña con dejar una huella muy concreta, junto a sus compañeras, muy reivindicativa: «Me gustaría aportar todo lo posible para que se vea que en España competimos, que podemos ganar medallas, que al final un equipo comprometido y bien trabajado como éste, en el que hay una fusión perfecta con el entrenador, puede llegar muy lejos. Y esto que quede en respuesta a los mensajes que todavía hoy hay críticos».

En la mejor liga del mundo

Gigi es una jugadora sumamente poderosa. Lo lleva dentro. Menuda de estatura, pero granítica en su juego. No es difícil quedarse enganchado por su hacer en el campo cuando se ve de cerca. «Me gusta poner orden en el campo y decidir dónde irá la bola, para dónde iremos a jugar. Pienso que defendiendo soy dura. Antes me costaba defender, pero ahora tengo condiciones físicas para hacerlo. Me gusta que la línea defensiva seamos un muro. Y en ataque intento hacer jugar», significa la barcelonesa.

Destaca que para jugar en la selección absoluta hay que ser una jugadora completa. Y defiende que así son sus compañeras. «Hay que tener cualidades técnicas, también físicas, pero sobretodo tener la cabeza bien amueblada», explica, al tiempo que concreta sobre su nivel actual que «lo que me ayuda ahora es mi experiencia. Cuando empecé con la absoluta, tenía tanto miedo que prefería entrenar a jugar. Pero me duró un torneo. Luego, vas cogiendo garra, vas creyendo en ti misma, vas sacando lo que llevas dentro. Al final, el más bueno es quien imagina antes»”.

Resuelve Gigi, que su carrera deportiva la compaginó con los estudios de Ingeniería Aeronáutica, que con el tiempo ha aprendido a arriesgar más, a atreverse más a hacer cosas en el campo. «Creo que tengo más fallos que hace diez años, pero antes me atrevía a poco, lo justo, y ahora pruebo cosas sin miedo y si no salen sigo adelante». Huye del elogio de ser considerada una de las mejores del mundo en esto de hockey. Se define extrovertida en el campo, pero tímida fuera. En cualquier caso, su buenhacer con el stick y la bola le ha llevado a la mejor liga del mundo, a Holanda, con el Kampong.

Todavía le resta mucho camino por delante. Pero por lo pronto ya guarda en su mochila el aprendizaje de lo que es el hockey: «Desde muy pequeña siempre he estado con el hockey, pensando en hockey. Me ha ayudado a ser quien soy hoy y es parte de mi vida. Y cuando lo deje, que no lo dejaré totalmente, seguirá siendo parte de mi vida. Pienso que también me he hecho dentro de un campo de hockey y el carácter que tengo también viene de este deporte».