LNH “A” Damas: ATLÉTICO DEL ROSARIO TUVO PREMIO PORQUE LO BUSCÓ

Fue 1 a 1 en tiempo reglamentario, con goles de Macarena Pescador y Julieta Miranda. Y triunfo de Plaza en la definición por penales australianos 4 a 3 sobre Popeye de Salta.

(Fuente: La Capital; Cronista: Vanesa Valenti)

ATROSARIO2015
Algarabía. Dirce Yuli festeja encima de la arquera Ariela Tabia, heroína en la serie de los penales. María Victoria Gordo se acerca para abrazarlas.

 

Si el vestuario número 10 de la cancha de hockey de Godoy Cruz todavía sigue en pie es porque los arquitectos hicieron bien su parte. Sobre todo después de que ayer estallara allí dentro toda la felicidad del plantel de Atlético del Rosario tras conseguir la medalla de bronce de la Liga Nacional de Clubes que se jugó en Mendoza. Con el corazón en la mano, con las piernas moviéndose por inercia, con el ahogo latente y con mucha, mucha garra, las chicas del pasaje Gould sacaron adelante un encuentro durísimo ante Popeye de Salta. Fue 1 a 1 en tiempo reglamentario, con goles de Macarena Pescador y Julieta Miranda. Y triunfo de Plaza en la definición por penales australianos 4 a 3. Había una sensación instalada desde el inicio del torneo sobre que Atlético del Rosario podía meterse en la pelea grande. Dio el primer paso, jugó las semifinales pero cayó con River y no le quedó otra que ir por el tercer puesto. Subirse al podio o no subirse no da lo mismo, aunque a esta altura la cabeza y las piernas pesen el doble. Pero Plaza se recuperó y tuvo premio. General y particular, porque el partido de ayer fue en sí una novela.

Para resumir: hubo un equipo, Popeye, que arrancó mejor, que de entrada generó un corto a favor, que se arrimó al arco con una mediavuelta casi fatal, que otra vez se lo perdió solo frente al arco. Que en el segundo tiempo generó siete cortos y sólo capitalizó uno. Hubo otro equipo, Plaza, que le puso el pecho a las balas. O las bochas. Y literalmente esto está representado en la figura de la arquera Franca Braida. Que salió jugando cuando pudo, que intentó, que propuso llegar a las 25 yardas rivales con generación de juego pero que por momentos se quedó sin nafta. Hubo dos equipos que dejaron todo, que se pegaron, que subieron las revoluciones a niveles siderales, que no pudieron más pero igual corrieron para no quedarse con las manos vacías. Dos equipos otrora campeones del certamen. Por qué iban a dar menos. Pero hubo un ganador: Plaza.

¿Cómo lo ganó? Con una jugada que pinta la historia. A 8 del final perdía 1 a 0 y Popeye seguía cascoteando el rancho con córners cortos. La capitana Guadalupe Méjico defendió uno de ellos, salió jugando por el medio, se la entregó a Tania Erbetta, que arrancó en el mediocampo, la abrió para Dirce Yuli, que corría a su derecha, y Dirce la limpió para que entrando por la izquierda del área Julieta Miranda le pegue al arco, decrete la igualdad y libere la angustia contenida en todo el banco de suplentes. Volaron protectores bucales, palos, canilleras, todo. Todo lo que estaba en el entorno cercano. Y hubo manos que quedaron rojas de tanto pegar sobre el techo de ese banco y hubo abrazos fundidos, de sufrimiento y felicidad.

Llegaron los penales, para que de nuevo los corazones sean una montaña rusa de estados de ánimo. Patricio Rambaudi, DT de Plaza, cambio a las arqueras y apostó por las aptitudes de Ariela Tabia para este momento. La tanda de cinco quedó igualada en dos y como si fuese poco llegó la muerte súbita. Pasó una ronda más: 1-1. Y llegó la de la gloria: fue Victoria Gordo, que había fallado en la primera serie y se rectificó. Y fue Popeye, con uno de sus emblemas, Macarena Pescador, pero Ariela Tabia le dijo “no. Por acá no pasás”, y le dio el triunfo a Atlético. Merecidísimo para ella, que no paraba de llorar porque hace un tiempo no muy largo sufrió una operación de tibia y peroné y no sabía si podría volver a atajar, y merecidísimo para un Atlético que buscó todo el torneo. Que a veces pudo más y a veces menos, pero igual se lleva un premio.

El vestuario 10 de la cancha de Godoy Cruz sigue latiendo. Es todo un descontrol: jugadoras, cuerpo técnico y familiares. Es un tercer puesto pero parece un campeonato. Cantan, se abrazan, lloran, les duele la garganta. Ahí está la entrega, el esfuerzo, el grupo, el hockey, el compromiso y el premio. Todo ahí, todo junto. Estallando. Sin más.