Mendoza: MARINA DI GIÁCOMO, LA LEONA QUE ASCENDIÓ HASTA EL OLIMPO

Integrando la Selección argentina se transformó en la primera deportista mendocina que conquistó una medalla en los Juegos Olímpicos. La jugadora de hockey sobre césped, surgida en el club Banco Mendoza, ganó la presea de bronce en Atenas 2004.

(Fuente: Los Andes; Cronista: Mauricio Videla)

Marina Di Giacomo 2004

En el banco de suplentes, aquella tarde del 26 de agosto de 2004, los ojos de Marina no se apartan ni un solo instante de lo que sucede en la cancha.

En ellos se ha materializado la necesidad de dar un poco más… de exceder el límite de sus propias fuerzas. Es una imagen potente, un símbolo de compromiso que contrasta con la emoción “gestual” de Cachito Vigil. El gol de Luciana Aymar, a un minuto del final, le da la victoria a Las Leonas, que derrotan a China (1-0) y se visten de bronce.

“Me moría de ganas por volver… veía a Lucha (Aymar) y quería ayudarla. Pensaba que podía entrar y darle mucho más al equipo de lo que yo le di. Quería hacer muchas cosas, combinar con ella porque los volantes necesitaban encontrar una descarga, pero a veces es difícil unir lo que uno siente con las necesidades del técnico”, comentaría después la mendocina Marina Di Giácomo.

En la ceremonia de premiación, en el Centro Olímpico de Hockey en Helliniko, Las Leonas lucen sus coronas de laurel. En Atenas, en la cuna del olimpismo, este galardón tejido hace referencias a la cultura y la mitología de la Grecia antigua. En el podio, la mendocina que había iniciado en “la escuelita”, que dirigía el profesor Rodolfo Codorniú, conserva su impronta de jugadora ágil y dinámica, desenvuelta, con un gran manejo del stick que le permite escalar de su posición de volante para convertirse en una delantera.

Una campaña inolvidable

Argentina integró el Grupo A en los juegos y debutó, el 14 de agosto, con una contundente victoria frente a España (4 a 0) con goles de Ayelén Stepnik (10’), Cecilia Rognoni (24’), Soledad García (27’) y Vanina Oneto (68’).

Luego se impondría a Japón, (3 a 1), tras empatar el primer tiempo 1 a 1. Los goles felinos fueron de Inés Arrondo (18’), Sole García (36’) y Marina Di Giácomo (57’) y ante Nueva Zelanda (3 a 0), con goles de Aymar (7′), Oneto (37′) y García (52), asegurando su clasificación a semifinales. El último partido de la primera ronda fue ante China, duelo ganado por las orientales por 3 a 2.

En semis Las Leonas enfrentaron a Holanda y China a Alemania. El choque de las albicelestes significaba también reeditar la final del último  Mundial de Perth en 2002; torneo en el que Las Leonas se había impuesto  por penales. En el partido,  jugado el 24 de agosto,  Argentina abrió el marcador con García (16’) y en el segundo tiempo las europeas obtuvieron dos goles en cuatro minutos (40′ y 44′); pero a tres del final Magdalena Aicega emparejó cuentas.

De ese modo volvió a repetirse la definición por penales de la final de Perth. Pero en esta ocasión fueron las argentinas las que fallaron y los Países Bajos aseguraron el triunfo por 4 a 2 y su pasaje a la final asegurando una medalla.

La marca de origen

El hockey sobre césped femenino había sido incluido en el programa de los Juegos Olímpicos en Moscú 1980, y a partir de allí Argentina demostró un buen nivel de juego. Pero en Sidney 2000, más allá de la conquista de la medalla de plata, el equipo golpeó el plano internacional con el nacimiento de Las Leonas.

Di Giácomo, esta en el podio ateniense del Complejo Olímpico Helliniko. Defendiendo honores, dándole dandole continuidad a una estirpe por demás ganadora. “Reconozco y valoro lo que aprendí con Cachito Vigil, un técnico trabajador y exigente, que en cada entrenamiento ponía toda su pasión y energía para transmitir lo que quería y esperaba de nosotras”,  le contó a Más Deportes Marina.

ATENAS 2004

“Bienvenidos de Casa”. El slogan de la XXVIII Olimpiada hacía clara referencia a la tradición de esta justa deportiva. El símbolo del evento fue la corona de laurel, dado su significado en la antigua Grecia y en sus primeros Juegos Olímpicos; por ello se impuso una corona semejante a los tres medallistas de cada prueba. En Atenas la gran estrella fue el nadador estadounidense Michael Phelps que ganó ocho medallas ((seis de oro y dos de bronce).

“Espero que esta medalla no quede como una reliquia”

Una guardia formada por el equipo de octava división de Banco Mendoza -con sus sticks encintados con los colores celeste y blanco- espera la llegada de Marina Di Giácomo, la Leona mendocina.

El domingo 29 de agosto, siendo los únicos testigos de lo que sucede. Al entrar a la recepción, de la aeroestación Francisco Gabrielli, ella abraza y besa -luego de mucho tiempo- a sus hermanas.

Las tres Di Giácomo están allí celebrando una medalla que involucra a todos. Un festejo secreto que suma sobrinos, chicos, las camisetas del club de sus inicios, la gente que se da vuelta sin saber que la persona que se acerca con sus valijas es la primera mujer que subió al podio desde que en 1924 el ciclista Cosme Saavedra inició la participación de nuestros comprovincianos en los Juegos.

Por esa razón, ella ha inscripto su nombre en una lista selecta, que guarda registro del oro de Pascual Pérez, en Londres ‘48, y, el bronce, de Pablo Chacón en Atlanta ‘96.

La medalla de bronce es también de quienes albergan la ilusión de entregar el último esfuerzo. Las chicas de la octava de Banco Mendoza en Marina han encontrado un referente: “Es un orgullo. Pero ojalá hayan más chicas detrás de mí, que no me quede sola en los libros de historia. Espero que esta medalla se use, se ensucie, no quiero que pase a ser una reliquia”, explicó Marina Di Giácomo en su regreso.