Rosario: “LA VERDAD ES QUE SUFRÍ MUCHO”, ADMITIÓ LUCHA AYMAR

A más de un año de su retiro, la mejor jugadora del mundo volvió a jugar para Jockey, rompió el silencio y contó cómo pasó este tiempo lejos de las canchas.

(Fuente: La Capital; Cronista: Vanesa Valenti; Fotos: Sebastián Suárez Meccia)

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Como tantas veces ocurre en el amor y tantas otras no se entiende. ¿Cómo se puede llegar a sentir rechazo por eso que durante tanto tiempo te hizo tan feliz? ¿Cuándo y por qué razón esa felicidad pasa a ser un sufrimiento? Los psicólogos probablemente tengan una explicación acorde para cada circunstancia. Luciana Aymar, en tanto, sigue haciendo su trabajo de recuperación, a poco más de un año del retiro de Las Leonas. Y no le tiembla la voz cuando lo tiene que reconocer: “Estuve ofuscada con el hockey”, dice. Ayer, la mejor jugadora del mundo de todos los tiempos alteró la tranquilidad habitual de un sábado tempranero en el Jockey al jugar nuevamente un partido, aunque amistoso, para su club. Pero después de eso se quedó sentada en uno de los bancos de suplentes de la cancha que lleva su nombre y mantuvo un mano a mano en el que dio pormenores de cómo transcurrió su vida alejada de la competencia, un detalle que hasta ahora no había tenido con ningún medio. A Lucha el retiro aún le duele, a pesar de que se regale estos momentos de pequeños retornos. “La verdad es que sufrí mucho”, advierte y señala con ello la justificación a su silencio. Por eso también aclara, para quien pretenda ilusionarse de más: “Mi idea no es volver. Necesito mi mente enfocada en otra cosa”.

—¿Cómo estás y cómo surgió esto de volver a jugar para el club, aunque sea en un amistoso?

—Estoy bien, mejor. Quizás en otro momento, cinco meses atrás, no hubiese venido a jugar. De hecho fue mi hermana la que insistió, como siempre, como la primera vez ahora también (Cintia fue quien la llevó a jugar cuando era chica). Cada vez que vengo a Rosario me invita a entrenar, a jugar un partido… Y me enganché dos o tres veces a practicar y me gustó, porque estas son mis amigas de toda la vida, desde los 14 años que jugamos juntas. Este es mi grupo del club y más allá de la división en la que estén me gusta jugar con ellas, me divierto. A veces también me enojo bastante y de ahí salen las cargadas que me llevo después.

—¿En los entrenamientos con amigas te seguís enojando?

—Sí, es mi esencia, no puedo jugar amistoso. Sí, vengo a divertirme, la paso bien pero siempre está en mí querer hacer las cosas bien, ganar. Recién hoy (por ayer), en el partido, erré varios goles, y mi hermana sabía que estaba recaliente, por eso me gritaba cosas desde el banco para que me relajara. Cinco veces estuve sola frente a la arquera y me los perdí. Si me pasaba con Las Leonas me hubiese hecho el cambio sola (risas).

—¡Pero llevabas más de un año sin jugar!

—Sí, y obviamente vas perdiendo el ritmo y el control con la bocha, pero me divertí, no sabía cómo lo iban a tomar las chicas de San Martín (las rivales), pero estuvieron divinas. La pasé bien, esto es un poco parte de la terapia, de avanzar en esto.

—Te referís al pos retiro. ¿Por eso decías que hace cinco meses no lo hubieses hecho?

—No. Es que estuve muy ofuscada con el hockey. Más allá de que tengo una decisión tomada, adentro mío se sentía otra cosa. Me seguían las ganas de seguir jugando, de entrenarme, cuando jugaban Las Leonas quería estar ahí con ellas. Había sufrimiento adentro mío, una angustia, una depresión que estaba procesando. Me llevó y me sigue llevando mucho tiempo. Ahora estoy mejor de lo que estaba antes. La verdad es que lo sufrí mucho.

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—Como parte de esa recuperación, ¿ya podés ver a Las Leonas, por ejemplo?

—Nunca dejé de verlas, más allá de que sufría. De hecho el año pasado, cuando le pusieron mi nombre al Estadio Mundialista (y Las Leonas jugaron y ganaron allí la Liga Mundial), muchas veces pensaba en no ir. Pero no por no ver a Las Leonas. Sino porque me hacía mal. Pero por otro lado, por como soy, me sentía con la responsabilidad de estar ahí. Y además estaba todo el tiempo mensajéandome con Delfi (Merino) y el resto de las chicas y no podía no ir a verlas estando en Rosario. Así que juntaba voluntad de donde fuera necesario e iba, aunque por dentro no podía ni festejar de la angustia que tenía, era tremendo. Recién ahora me siento mucho mejor.

—Te ayudan estas pequeñas cosas como entrar a un partido con amigas otra vez…

—Hay muchos detalles que uno quizás no ve cuando está jugando, que los ves recién cuando estás afuera de lo que es la vida de la Leona, como estas pequeñas cosas que te van haciendo el día a día, lo cotidiano, la vida real. Y esto me ayuda a volver un poco a mis raíces, a reencontrame con mis amigas de toda la vida, a jugar de nuevo con mi hermana, a que vengan mis padres al club. Me gusta eso de que volvamos a juntarnos todos. Como muchas otras cosas que fui haciendo. Me acuerdo que los primeros meses posteriores al retiro dije que “no” a muchos pedidos de notas y quizás la gente lo tomaba como una cuestión antipática, pero yo no estaba en estado, no estaba en condiciones, tenía miedo de decir cualquier cosa e incluso a veces directamente no tenía ganas de hablar. Pasé mucho tiempo en mi casa mirando Netflix (risas). Me río pero es la verdad, es así. Me costó y me sigue costando, aunque me obligué a hacer cosas.

—Antes del retiro hablabas mucho de esto que después te pasó, lo imaginabas.

—Sí, lo preveía. Por mi forma de ser y por cómo me tomé el deporte sabía que me iba a costar muchísimo. De hecho lo venía trabajando en terapia. Mi psicóloga me decía: “Lucha, vos no sos normal, sos muy apasionada y así como fuiste muy apasionada con el hockey, podés serlo con otra cosa”. Eso era bueno y era malo, porque quizás no lo encontrás o porque quizás te apasionás por algo que no está bien. Y soltar es lo más difícil cuando uno es tan apasionado. Todo lo que me dijo que iba a pasarme me pasó, así que lo he ido hablando con otros deportistas… Tuve ayuda de un montón de gente y en ese sentido soy una agradecida porque muchos se acercaron para darme una mano, sobre todo los que me conocen desde hace mucho. Y a veces eso está bueno para salir, para hacer actividades, pero el que tiene que cambiar es uno. Es muy difícil después del retiro. Sabía que iba a serlo, pero no pensé que iba a ser tan duro.

—En Buenos Aires tenés un montón de cosas, pero tus orígenes están acá, ¿cómo te llevás con esa situación de vivir allá en este momento delicado en el que necesitás más de estar con los tuyos?

—En Buenos Aires vivo ya hace 10 años, allá cada 15 días con Las Leonas Vintages (así se hacen llamar las que ya se retiraron) tenemos una cena, hablo mucho con ellas, especialmente con Magui (Aicega) y Mechi (Margalot). Todas, desde cierto lugar nos damos contención. Ellas también sufrieron en su momento. Y si bien tengo una rutina armada allá, también estoy en una etapa de no saber mucho dónde estar. Tengo mis cosas, mis proyectos para este año. A su vez me digo, “pero no voy a volver a Rosario”, y todo eso es un mix de sensaciones encontradas que con el tiempo se irán acomodando. Hoy estoy mucho mejor que hace cinco meses, tengo las cosas un poco más claras, pero también está lo otro. Entonces, cada tanto vuelvo y hago estas cosas (juntarse a jugar al hockey con sus amigas). Mi familia, mis amigas del club o de la escuela fueron los que siempre me ayudaron a no desprenderme del todo de mis bases.

—¿Cómo juega en este camino el cariño que la gente te da? Tanto la que está afuera de la cancha como tus propias rivales. Recién cuando terminó el amistoso una de ellas te dijo “te amo”, además de que todo el plantel se llevó una foto con vos.

—Eso está buenísimo, sentir el cariño y la admiración de parte de ellos. Me parece que tiene que ver con lo que uno transmitió jugando, con la personalidad, la esencia… Y no sólo adentro de la cancha, todo tiene que ver.

—Desde mañana (hoy), arrancan las especulaciones. Volviste a jugar. ¿Qué vas a decir?

—Hubo tantas especulaciones… (risas) La verdad es que mi idea no es volver sino tener estos encuentros con mis amigas, entrenar de vez en cuando, jugar si se puede algunos amistosos, pero la idea es alejarme un poquito de lo que fue mi rutina con el hockey y empezar a proyectar en otras cosas, vivir otras cosas. Hoy, como decía, estoy viendo de hacer otras actividades, con mi representante y la empresa GP Sports, y me siento bien, con cosas que me gustan y que yo misma propongo. Estoy bien con eso y quiero aprender a hacer otras cosas, no volver a lo mismo. Porque volver, conociéndome, va a ser volver queriendo ser la mejor del torneo y mi mente se va a enfocar nuevamente en el hockey. Hoy necesito que mi mente esté en otra cosa.